Basta solo con un solo ojo para observar lo que realmente es importante.

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jueves, 3 de septiembre de 2020

Ella y el pibe que caminaba a su lado

 Ella y él siempre caminan juntos. Todas las mañanas ella sale por la ciudad a hacer mandados y él la espera afuera observando alguna distracción poco atrayente mientras el tiempo se pasa. Hay veces que solo recorren las calles sin algún tipo de propósito, pero él siempre está al lado como si fuese parte de la sombra de ella. Viven en un pueblo de pocos habitantes, casi sin casas. Los vecinos del pueblo comentan que siempre se los vé juntos pero que nunca se los vió intercambiar una sola palabra. Es como que una fuerza o energía los uniera de algún modo, que nosotros los simples peatones o personas comunes, no percibimos. 
Ella mirando el cielo y él esperando, ella distraída por los autos en movimiento y él esperando, ella tarareando alguna canción que a su cabeza vino y él tranquilo, la espera y la observa con sus manos en los bolsillos. 
Dicen en el pueblo quienes han seguido esta historia, que una vez alguien le preguntó a ella quién era el muchacho que siempre caminaba a su lado. ¿Qué muchacho? contestó ella. Y en ese momento se inició una locura. Ella sostiene y repite una y otra vez qué siempre, siempre camina sola. Que no sabe de qué pibe le están hablando. 
Un domingo recuerdo qué ví a una de sus amigas haciendo como un gesto carismático intentando saludar al pibe, a lo que ella frena rotundamente a su amiga y le dice que si buscaba burlarse en su cara queriendo saludar a nadie enfrente de todos los vecinos. 
Así mismo, él se quedo quieto, parado y sin emitir ningún sonido. Nuevamente observando como discutían ella y su amiga. 
Los días transcurrían y la situación se repetía, el pueblo ya no hablaba de ellos dos. El pueblo comenzó a hablar de una loca que camina con un pibe que no existe. Como era una loca irrelevante y su presencia no hacia daño, el pueblo comenzó a dejarla de lado. 
Los niños y niñas que por ahí jugaban, al verlos pasar se reían. Esbozaban una carcajada burlona sobre ellos dos. Ella no contestaba, y él se limitaba a hacer algún tipo de gesto. Parecían una sola persona a veces, es un caso extraño porque la locura lleva a la soledad y pereciera que ella nunca estuvo sola porque él siempre la acompañaba en su caminata diaria. No solo compartían el caminar, también la locura era compartida.
Cada tanto ella se desborda de inseguridades de sí misma y salen a flote un montón de preguntas que su boca calla para que su cabeza esté en calma. Cada tanto escucha a las vecinas emitir algún comentario sobre ella cuando la ven pasar y es tanto el enfado que siente como al punto de querer preguntarles si realmente es ella quien está sana y es el pueblo quien esta completamente loco. Las vecinas no son capaces de mirarla a los ojos ni darle una respuesta. Solo lo miran a él, y observan como de su rostro sale una mueca un poco forzada parecida a una risa triste y llena de compasión. 
Yo puedo decir qué por hoy estoy cansado de caminar, pero no puedo dejar de mirarla ni de juntar las fuerzas necesarias para que mañana, ella me pueda ver.