Basta solo con un solo ojo para observar lo que realmente es importante.

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miércoles, 1 de enero de 2020

Caminos

No sé por donde comenzar, no sé si el comienzo sea el principio de algo o el final de un comienzo esperado. El tiempo nos dirá si ésta vez la razón de ser quienes somos nos juegue esta decisión de saber porque somos ésto. Las estrellas que ayer iluminaban nuestras caras al mirarnos, hoy nos marcarán el camino del ya no vernos más, porque a eso llegamos. Al repudio de no seguir caminando juntos, al repudio de no seguir percibiendo nuestras sombras.
A veces pienso que cada abrazo fué un tesoro encontrado en el momento justo, de esos que el tiempo se para y no existe aguja del reloj que determine un tic tac final. Yo moría por irme de viaje y ahora me di cuenta qué estaba en uno, recorriendo cada sendero, recoveco y sitio de tu cuerpo. Ahora me doy cuenta que ya no quiero descubrir más nada, latidos de tu corazón que hicieron llevar a mis oídos las tormentas más caudalosas. Y tus ojos, tus ojos que me hicieron ver los espejismos en desiertos donde si había agua, salada y agria agua que caía por tu delicado rostro haciendo así una cascada tan elocuente como las caricias que me daban tus manos. Onetti, Cortázar y a veces Galeano fueron motivos de charlas y recomendación para que me recuerdes mientras los leas, sé que lo harás en algún momento, sé también que cada momento que te lleve a mi te traerá a vos, los olores de locura de nuestra energía electrizante, determinante (o nó) y por por momentos cósmica.
Supongo que perdonar debe ser de las acciones más honestas, directa y sentida que puede tener una persona para con otra, perdonar es una acción divina y equivocarse un error que por cierto, puede ser crucial en éstos tiempos donde el odio está volando por todos lados, donde la falta de empatía carece de fuerza y donde el amor, el amor es tan desvalorizado que da miedo amar a alguien.
Te quise cuidar tanto, que olvide cuidar mi casa y cuando digo casa, hablo de mí, hablo de mi cuerpo y mi cabeza que muchas veces fué una chimenea de esas que el humo entra hacia adentro y es imposible encender porque en su interior está tupida de basura. Sí, por momentos fuí eso y no me di cuenta de abrir la puerta de mi casa para que entraras y me dieras un empuje de respiro, un empuje de “te abrazo” aunque las ventanas me cierres.
Creo que el techo de mi casa está goteando de una manera incontrolable hace rato y no puedo conseguir tapar los agujeros, hay una tormenta que me espera afuera, y es por eso que no quiero salir. Creo que le pondré tablas a las ventanas, taparé la poca luz que aquí pueda entrar y en la puerta cambiaré la cerradura.
Y qué jodido y escrupuloso puede ser el amor a veces, eso de considerar a alguien como la otra mitad de tu poder de sentir, que loco que alguien pueda convertir tu tristeza en el más lindo amor, que loco creer en el amor y creer que con el amor todo puede estar mejor. Y qué pena que te hayas ido sin saludarme, que te hayas ido y no hayas mirado atrás para tirarme esa sonrisa cómplice que muchas veces me salvó. La esperaba y no la ví. Quizás esa era la forma de despedirte de casa, quizás la forma más cruda y frívola era esa.



Creo que terminé, ya no veo la luz
creo que terminé, ya no escucho tu voz
creo que terminé, ya no siento tu perfume
creo que terminé, ya no toco tus manos
creo que terminé, ya mis labios no tienen gusto a vos

tirá de la cuerda de recuerdos cuando quieras recordarme, acuérdate
siempre vuelve
mirá la rambla, la tormenta y la espuma de la cerveza, acuérdate
siempre estoy.

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