Dice una historia ya conocida que cuando en el cielo una estrella fugaz aparece, justo en ese momento hay que pedir un deseo. Existe la probabilidad de que eso se cumpla o no, existe la atracción de poder acercar ese deseo o también las ganas de desearlo tanto, que se aleja. Hace tiempo que no veo estrellas fugaces, hace tiempo que no tengo esa ilusión de desear algo. Y hoy lo quiero hacer, quiero imaginar que estoy en la soledad plena bajo un cielo estrellado y justo en el momento que me siento en el pasto, mis ojos se iluminan y ven pasar no una, sino un sin fin de estrellas fugaces que me hacen estallar de deseos continuos y casi sin pensarlo mi voz se vuelve una cascada de gritos. Mágicamente en el bolsillo trasero de mi bermuda aparece un trozo de papel y una lapicera, mágicamente escribo cada uno de esos deseos, desgraciadamente no me queda mucho por estos lados pero te dejo esta pequeña nota para que cada cielo sea un deseo diferente y cada estrella el motivo a cumplirlo.
Te deseo la picardía de sentir y las ganas de vivir
Te deseo la fuerza de parar y las maneras de buscar
Te deseo los propósitos a cumplir y el fin a mejorarlos
Te deseo el sano amor y el corazón palpitante
Te deseo la felicidad de querer y el abrigo de recibirlo
Te deseo letras para que en un cuaderno te armes de frases
Te deseo magia para qué en lo cotidiano encuentres belleza
Te deseo energías para que te armes de purezas
Te deseo un millón de tréboles para que nunca te falte suerte
Te deseo complicidad para excluir el miedo
Y te deseo sonrisas para ahuyentar la tristeza
Y mi deseo es que para cuando haya vuelto, poder ver qué al menos una estrella fugaz pudiste ver.
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