el día qué me dejaste de hablar
le hablé a una planta, sola en su rincón
seca su tierra y casi ni raíz tenía
el día qué me dejaste de mirar
me detuve a observar un edificio abandonado
deteriorado en su exterior-interior y casi ni gracia tenía
el día qué dejaste de escucharme
me guardé las cosas que quería decirte
y mi boca se coció de palabras en vano
el día qué mentiste para irte y dejarme
me quedé quieto esperando unas disculpas
qué nunca llegaron
el día qué quise abrigarte
el ropero ya estaba vacío, los estantes no tenían sentidos
y mis brazos ya estaban caídos
el día qué del camino borraste mis huellas
y el viento tu aroma se llevó
nuestro camino se ausentó
el día qué el día noche se hizo
me dí cuenta qué estaba bajo la luz de un Sol
oscuro
Mirá el día qué es hoy y mis dedos inquietos siguen escribiendo y escarbando el dolor qué de adentro viene y no se va, mirá las fotos que teníamos y qué con un simple click sean borradas cual palabra incorrecta en mis textos.
Mirá
mírate
míranos
Quizás las miradas sean borradas como los fantasmas de mi cuarto, o como el amanecer en la playa que supimos apreciar, o la cerveza que bajo risas supimos destapar.
Quizás, pero hay algo qué no se borra y son los latidos de no olvidar lo qué somos.
El barco navega, investiga y descubre solo una vez, las olas de alta mar son comunes en fuertes vientos qué vienen del Sur, la isla escondida solo se descubre bajo la insistencia, determinación y ambición, donde el corazón persigue hasta llegar a destino.
Fuí pirata, otras veces navegante, muchas veces niño inocente, pero debo admitir qué experimenté las olas mas grandes y vientos tan fuertes que muchas veces me tiraron.
Pero llegué, descubrí, me quedé y ahora me siento un náufrago en aguas desconocidas.
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