Basta solo con un solo ojo para observar lo que realmente es importante.

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jueves, 23 de abril de 2020

Viejos amigos

Una vez el niño miró y sonrió, por un instante se dejó llevar
recordó, narró y supo ser la memoria cautiva de sus sensaciones
se despojó de la ropa y dejó caer la pesada mochila que a su espalda cargaba,
vio pasar los autos que en la siesta escuchaba, decidió sentir las voces que en noches lo atormentaban 
abrió la ventana que siempre estuvo cerrada, corrió las cortinas y la luz entró.

Cuando la luz entró recordó el semáforo de la esquina
y también la esquina de su cuarto
y la esquina del parque donde se vio tan contento 
y también la esquina donde pasaba el ómnibus
y también la esquina donde se despedía
también esa esquina.

Cuando pudo cruzar la esquina, también cruzó sus piernas 
y se sentó en la vereda donde vio pasar susurros, charlas y besos
donde la noche en Montevideo caía y con ella las estrellas 
sobre un manto de melancolía popular entre transeúntes sin destino.

Vio los intentos fallidos de querer poner su corazón en un espacio donde no cabía 
 vio los abrazos que se extinguían, los besos que dolían, las miradas de despedida
vio los pasos en calles de asfalto hirviendo
vio las apretadas de mano con rabia
vio la vena en su frente sobresaliendo
vio las ganas de querer ser todo y acabar en la nada
levantó la cabeza y se vio
se vio en el espejo donde su reflejo hacía eco de lo que con su cuerpo pasaba 
se vio
me vi.






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