Basta solo con un solo ojo para observar lo que realmente es importante.

Basta solo con un solo ojo para observar lo que realmente es importante.

lunes, 25 de enero de 2021

Es

Hace días no me sale escribir nada y lo poco que puedo escribir me hace llevar mi cabeza al día después de ayer, algo así como una referencia en consecuencia a modo de cómo estoy hoy. Puede que a veces ayer sea hoy, y mañana sea ayer. Son días que no tienen un propósito conceptual pero marcan en el propósito sentimental. Ya no son Lunes, Martes, Miércoles, etc. Cuento los días como las ocurrencias de aceptar a las torpes ganas, las ganas de no ser nada cuando recibís todo. 
Cómo si fuese algo onírico los intentos de poder comprender esa especie de espiral sin fin, o los tropiezos que por forzadas aceptaciones pasan, me pesan. Me pesan los modos y las contradicciones, me pasa que quiero abrazar la ilusión de lo que hablamos ayer y luego se me caen los brazos por el peso de no querer ser nada mañana. ¿Es comprensible? Creo que no, y estoy con las posibles ganas de querer arrancarme algo del cuerpo y no sé qué. Voy a desaparecer por un largo tiempo, esta vez no quiero dejar rastros, ayer los dejé y no volviste, ayer te llamé y fue errante porque mañana no vas a estar acá. Tal vez como yo, que ayer no pude encontrarte, hoy tampoco y espero que mañana cuando los días dejen rastro a las ilusiones prometidas, puedas verme con las ganas de abrazarme, y que se jodan los días y sus torpes nombres, nada más que importe el tiempo y con tantas ganas, que se pierda la noción de horas cuando el momento de sentir sea la única aguja que dicte el final. 

Hoy es 25, ya son un par desde aquel entonces. 



¿Te acordas?

domingo, 10 de enero de 2021

Casa deshabitada

Una vez en un trozo de papel escribí una frase que decía algo así como “gritar es la puerta que tienen los débiles, cuando los absurdos esconden la llave”. Tenía 15 años creo, una época de ver, ambicionar, crear y aprender. El lado musical más oscuro había llegado a mí y sentir que estaba en una habitación amarrada a la escucha continuas de guitarras distorsionadas y voces buturales, me hacía estar seguro de querer quedarme en esa burbuja que contenía emociones enfurecidas por salir, pero tranquilas de no reventar. 
Hoy recuerdo y veo a ese pibe con ganas de salir al exterior sin medir el interior que habitaba en su casa. Es difícil cuestionar y asimilar las lejanías de un futuro incierto, cuando el mundo te está diciendo lo contrario. 
El mundo te hace ver una seguridad absoluta en una habitación donde la imaginación es un breve resumen sobre el concepto de ser alguien. Reitero que es difícil entrar en la discusión de ver sin poder abrir los ojos, y pensar que están esos fantasmitas que con sus manos te enseñan un mundo que para ellos está bien, y te encierran, te encierran en esas cuatro paredes donde ves todo como si fuese lo mejor. ¿Donde interfiere la tranquilidad? Es algo que me pregunto frecuentemente cuando llegan a golpearme la ventana estos fantasmas. 
Llenos de egoísmo, miedos, y con el afán de invadirte de su oscura magia, llegan, llegan para quedarse por un buen tiempo hasta que vos, la casa habitable de estos seres decide echarlos. Hay veces que demoran un tiempo largo en irse, hay veces que la luz de quien los porta es tan clara y avallasante que estos individuos sienten el propio miedo que ellos quieren dar. Lo difícil es creer que cuando llegan lo hacen con la intención de consentir las mejores expectativas. 
Y es así que se hacen pasar por personas, o también invaden en la inocencia de otras personas llegando así a romper la carcasa de los débiles, como una cadena, como una secuencia de volátiles cuerpos andan por ahí, escabulléndose por lugares que uno conoce, buscando víctimas con ganas de sentir. Sentir que se siente chocar con alguien, sin saber que pueda pasar. Sin que ninguno de los dos pueda saber si es víctima o casa habitable de algún fantasma. 
Ojo, también los fantasmas se enamoran, ojo también pueden destrozar a sus cuerpos, si la necesidad de amar es mucho más que la necesidad de dañar. 
Y es ahí que nos volvemos en casas deshabitadas. 

miércoles, 6 de enero de 2021

Pasos

Hoy me siento parte, parte de las pequeñas partículas que por omisión se partieron y así mismo partieron la idea de ser solo eso. 
Hoy me siento parte o una partecita de las pequeñas cosas que fueron y no llegaron, porque sí o porque así tenía que ser, pero así como se partieron las partes, también partió una de ella.
Puedo decir qué bajo la indecisión de unir las partes, quedaron partidas las pupilas de ver los periplos de señales que derrocaban los intentos de percepciones y fallaban en el conjunto de finalizar.
Perfectamente parece que todo puede suceder en un compás de simples besos, pero también es la injusta melodía que el tiempo te enseña para partir el tempo de un sonar perenne. 

Vuelvo a insistir y decir, hoy me siento partecita, me siento particularmente una persona denominada partícula que entre partes se quedó, partiendo al sitio donde las partes puedan por fin, perforar la posición del ego y descansar en la paz de sentir. 

Pero siempre, siempre extrañando las ganas de palpar tus manos y percibir que me mirás cuando pasa la alegría de presentir que en conjunto no existe nada que nos pueda partir.

sábado, 2 de enero de 2021

=

Duele saber que la expresividad del exterior 
es el vacío del interior,
que las palabras que parecen ser verdad 
carecen de lo que en realidad tenes que escuchar.  
Hoy me siento así y así me quiero quedar 
en el estado de aceptar y llorar.